Valencia se paraliza para contemplar el atardecer en la Albufera, la carretera que nos lleva en dirección a la bella playa de El Saler, se llena de coches que, poseídos por la bella sintonía de colores del ocaso, se dirigen hacia la laguna de agua dulce que diariamente es testigo de la misma secuencia: el Sol se marcha hacia el otro hemisferio y testigos de carne y hueso observan el bello espectáculo de la muerte del día, como paso previo a la transición que nos llevará en unas horas a un nuevo día
La Albufera se llena de magia, nubes, colores ocres que se van tornando rojizos, barcas y barqueros que vienen y van dando románticos paseos, el Sol, que poco a poco va bajando atrincherándose tras las lejanas montañas…. En ese momento, las aguas se mimetizan con los colores del ocaso, reflejos multicolores hacen que la magia te envuelva y durante unos momentos, te olvides de todo, desconectes y te fundas en el paisaje dejándote llevar por el derroche de naturaleza y belleza.
El origen del lago de la Albufera se remonta a comienzos del Pleistoceno y su formación es el resultado del cierre del golfo formado como consecuencia del hundimiento de la llanura valenciana, por un amplio cordón litoral, que va desde Valencia a Cullera. El lago es de agua dulce y está declarado Parque Natural y se encuentra protegido.
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